12.5.20

Cuentas anuales

Hace una semana me llamaron de una empresa para la que he hecho muchas traducciones a lo largo de mi carrera profesional. Curiosamente, rara vez hablo con la misma persona, se ve que tienen mucha rotación de personal, y al ser una multinacional también diversos departamentos que necesitan traducciones.

Esta vez el cliente me comentó que iban a necesitar una traducción para finales de mayo, y estábamos a finales de abril. Resultó que se trata de unas cuentas anuales. Ya no me extrañó que pidieran la traducción con tanta antelación. Porque se trata de veintitantas mil palabras, y además es traducción inversa.

No suelo hacer muchas traducciones inversas, salvo que sean de mi especialidad: textos jurídicos y económicos. Cuando se trata de textos menos técnicos prefiero pasarlos a algún colega alemán. Si hay algo que nunca traduciré al alemán es literatura. Aunque soy bilingüe y devoradora de libros, siempre he vivido en España, y aunque hay aspectos culturales que domino más en alemán que en castellano, por tener una madre alemana y haber hablado toda la vida en alemán con ella, mi cultura es, salvo excepciones, la española.

Antes de aprobar el examen de Intérprete Jurado, actualmente Traductor/a-Intérprete Jurado/a, estuve trabajando tres años y pico como secretaria-traductora en la asesoría jurídico-financiera de una sociedad de inversión mobiliaria cotizada en bolsa. Tenía dos jefes: un abogado y un analista financiero. Y el Consejo de Administración era íntegramente germanoparlante, así que pasaba mucho tiempo traduciendo de un idioma a otro y viceversa. Y mis jefes dedicaban mucho tiempo a explicarme cosas, tanto de nuestro trabajo como de la actualidad: principio de los noventa. Fue una experiencia que me abrió, entre otras, las puertas a mi actual actividad. Sin esta experiencia no me habría presentado al examen, ni lo habría aprobado.

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